El erudito judío Jacob Neusner, en su libro ‘Un rabino habla con Jesús’, se muestra sinceramente conmovido con las enseñanzas del Sermón del Monte, en general todo lo que el evangelio transmite lo impacta positivamente, pero se aparta de Jesús radicalmente por sus afirmaciones sobre sí mismo. Al respecto afirma:
“Jesús da un paso importante en la dirección equivocada al transferir el
énfasis del ‘nosotros’ como comunidad judía a un ‘Yo’. El desacuerdo se
da en la persona de Jesús, y nunca en sus enseñanzas… Al fin el maestro Jesús
exige algo que solo Dios exige”.
Aunque Neusner —como muchos judíos— no lo acepte, el humilde Carpintero que nació en el pesebre, bajo el calor de animales domésticos, en un estado de indefensión y de pobreza, es el gran “Yo Soy el que Soy” de los hebreos, “el Dios no conocido” de los griegos, el Gran Quién Sabe. Solo que voluntariamente se ha despojado a sí mismo (kenosis) al descender hasta el agujero negro donde se halla el hombre caído para levantarlo, con la palanca de la cruz, en la dinámica de la redención.
En tales condiciones, a nadie debe extrañarle el absoluto desparpajo con que Él mismo se autocalifica, mejor dicho, se identifica como YHWH.
¿Quién es Jesús para Jesús?
—Lo que Jesús es: simplemente Dios.
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Código Jesús, página 149)