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Las puertas de Hollywood (Parte 2)

¿Un gueto planetario? La sensibilidad a flor de piel de los judíos calificó a La Pasión de antisemita, que no lo es en lo más mínimo. El rebuscado pretexto del deicidio, que provocó crueles guetos, inquisiciones, progroms y holocaustos, es solo un fósil del fanatismo y la intolerancia. En primer lugar a Dios nadie lo puede matar porque él no puede morir; en segundo lugar, la muerte de Jesús el Hombre aunque haya sido instigada por una camarilla religiosa judaica, y ejecutada  por autoridades del imperio, no fue obra de los judíos ni de los romanos; no, al menos, exclusivamente de ellos, sino de todos los hombres. Nadie podría retirar de la Biblia lo escrito por Isaías, setecientos años antes de Cristo: « ¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del SEÑOR? Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca.  No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. El fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el SEÑOR hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca. Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la trasgresión de mi pueblo. Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca.  Pero el SEÑOR quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del SEÑOR. Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos. Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por lo pecadores » (Isaías 53).  (Darío Silva-Silva. Extractado del libro Las Puertas Eternas, páginas 147-148) VISIÓN INTEGRAL (Antología de textos de nuestro pastor presidente)
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