Y Raquel, nada de nada, a pesar de los grandes esfuerzos que obviamente hacía Jacob. La verdad es que Raquel había sido despojada por Lea, pero Jacob la amaba. Ya resignada a su suerte, Raquel pide a Jacob que se acueste con su sierva Bilha para poder tener un hijo de ella, según las antiguas costumbres orientales. Pero Lea seguía teniendo la preeminencia.
“Dios escuchó a Lea, y ella quedó embarazada y le dio a Jacob un quinto hijo. Entonces dijo Lea: Dios me ha recompensado, porque yo le entregué mi criada y mi esposo. Por eso lo llamó Isacar. Lea quedó embarazada de nuevo, y le dio a Jacob un sexto hijo. Dios me ha favorecido con un buen regalo -dijo Lea-. Esta vez mi esposo se quedará conmigo, porque le he dado seis hijos. Por eso lo llamó Zabulón. Luego Lea dio a luz una hija, a la cual llamó Dina”. Génesis 30:17-21.
Pero Dios es justicia y equidad y, para El, Raquel también es digna de tomar en cuenta.
“Pero Dios también se acordó de Raquel; la escuchó y le quitó la esterilidad. Fui así como ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: Dios ha borrado mi desgracia. Por eso lo llamó José y dijo: Quiera el Señor darme otro hijo”. Génesis 30:22-24.
¡Qué gran restitución! La palabra José, quiere decir: Dame un hijo más. Que el Señor la oyó, está claro, pues, después de regresar a Canaán, nace Benjamín, también hijo de Raquel. De manera correcta, Lea tuvo mayor número de hijos, pero Raquel tuvo dos muy importantes. De la tribu de Benjamín salió, el primer rey de Israel que fue Saúl.
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro Las Llaves del Poder,páginas 198-199)
VISIÓN INTEGRAL
(Antología de textos de nuestro pastor presidente)
