Nadie ha podido mostrar ningún eslabón perdido de ninguna especie a ninguna otra; y, como es notorio, cada día un mayor número de investigadores defienden el creacionismo y el diseño inteligente. Quedan pocos convencidos de la viabilidad del disparate llamado “evolucionismo cristiano”, que llegó a creer en la teoría de Teilhard de Chardin, sobre una especie no derivada de otras sino autónoma, diseñada desde el principio para llegar a ser auto-conciente: el ‘homínido’. El propio Darwin fue honesto al reconocer lo que él mismo llamó: Dificultades de la teoría.
“Parece absurdo de todo punto —lo confieso espontáneamente— suponer que el ojo, con todas sus ilimitables disposiciones para acomodar el foco a diferentes distancias, para admitir cantidad variable de luz y para la corrección de las aberraciones esférica y cromática, pudo haberse formado por selección natural… ¿esta deducción no será presuntuosa? ¿Tenemos algún derecho a suponer que el Creador trabaja con fuerzas intelectuales como las del hombre?
Ya está llegando el tiempo en que los evolucionistas serán una especie en vía de extinción. Por ahora, hay que tolerar comprensivamente a quienes siguen aferrados a su dogma con la misma actitud de los que, siglos atrás, aseguraban que la tierra era plana y estaba sostenida sobre los lomos de cuatro elefantes.
Hay cristianos de línea testaruda que niegan la autenticidad de este relato; pero otros muchos, entre ellos Richard Wurmbrandt, para citar un nombre confiable, lo dan por cierto. Me limitaré a sacar las comillas para repasar con el lector las afirmaciones de Lady Hope, autora de un folleto de amplia circulación sobre sus conversaciones con un Darwin reducido a cama por mortales achaques, y a quien el Amigo de Lázaro podía darle ‘respiración boca a boca’:
“Él se veía turbado en gran manera. Sus dedos se retorcían nerviosamente y una mirada de agonía apareció en su rostro mientras decía: ‘Yo era un joven con ideas amorfas. Arrojé dudas, sugerencias, siempre preguntándome acerca de todo, y para mi asombro, las ideas se esparcieron como el fuego. La gente hizo de ellas una religión’. Entonces, pausó, y después de algunas palabras sobre la santidad de Dios, dijo: ‘Tengo una casa de verano en el huerto, que acomoda como a treinta personas. Está por allá, señalando a través de la ventana abierta. Quiero que hables allí. ¿Les hablarás? -¿De qué les hablaré?, preguntó ella. –De Jesucristo, respondió él, y su salvación. ¿No es ese el mejor tema? Y luego quiero que cantes himnos con ellos. Si llevas a cabo la reunión a las tres en punto, esta ventana estará abierta y sabrás que estaré cantando con ustedes”
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Código Jesús, páginas 105-107)
Nota alcalce: Charles Darwin, El origen de las especies, cap. VI- Dificultades de la teoría (22) nota alcalce: Richard Wurmbrandt. Alcanzando las alturas. Living Sacrifice Book, l989, pag. 23 y 273
VISIÓN INTEGRAL
(Antología de textos de nuestro pastor presidente)