La Obediencia Como Mandamiento

Obediencia a los gobernantes. ¿Qué leímos al principio de este capítulo? Que vendrán las bendiciones si nosotros damos las dos vueltas a esta llave: Oír y guardar la Palabra de Dios.  Si no la oímos -o si solamente la oímos- y no la cumplimos, no habrá bendiciones sobre nuestra vida, porque toda bendición tiene una condición.

     

Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él.  Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido.  Los que así proceden recibirán castigo.

 (Romanos 13:1-2).

 

Una costumbre malsana es vivir criticando a los gobernantes.  Dios dice que debemos someternos a ellos.  Y esto no es cuestión de opiniones políticas, sino un mandamiento del Señor.  Pero, un momento.  ¿Podemos expresar criterios contrarios a lo que hacen los gobiernos? Terminantemente sí, pero con respeto. Otra pregunta clave: ¿Puede un cristiano desobedecer a las autoridades gubernamentales en la tierra?  Sí, bajo ciertas circunstancias. Si la autoridad gubernamental nos quiere obligar a hacer algo contrario a la voluntad de Dios, no solamente tenemos el derecho, sino la obligación de rebelarnos. ¿Cómo actuaron los apóstoles cuando el Imperio Romano, la gente del Sanedrín y las autoridades civiles en Jerusalén  los acosaron?

 

¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! -respondieron Pedro y los demás apóstoles.

(Hechos 5:29).

 

Los encarcelaron, pero ellos no tenían alternativa. Una de dos: O le obedeces al Gobernante de arriba, o al gobernante de abajo.  Cuando el gobernante de abajo te quiere obligar a hacer algo contrario al Gobernante de arriba, debes rebelarte sin vacilaciones.

 

(Darío Silva-Silva. Extractado del libro Las Llaves del Poder, páginas 246-247)

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