fbpx
+57 (1) 634 - 6100
Calle 102 No. 14 – 64
Síguenos en:

El Rompecabezas de las Sectas | Guerra Civil

Un Guerra Civil

 

Los cristianos evangélicos malgastan sus energías en una ‘guerra civil’ al interior de la propia iglesia que los cobija a todos bajo distintas denominaciones, en vez de enfilar baterías decididamente contra las tropas espirituales ‘extranjeras’. A veces, por indolencia, los propios cristianos se contaminan sin percatarse, como los llamados ‘fumadores pasivos’ por el humo que sueltan a bocanadas sus vecinos adictos a la nicotina.

 

Dos territorios originalmente hispanos y hoy de fuerte influencia latinoamericana —particularmente mejicana— Texas y California, han sido escenarios frecuentes de la batalla espiritual. En ellos no solo se han originado nuevas sectas, sino afianzado supersticiones provenientes de una cultura religiosa que ha mezclado los fundamentos de la fe cristiana con cultos de sabor local. María y los santos cumplen allí la misma función que en Miami los fetiches de la santería cubana, el vudú haitiano y la umbanda macumba brasileña.

 

Un popular humorista de televisión ha dicho que hay tres razones por las cuales él cree que Jesús era de California: tenía barba y cabellos largos, usaba sandalias y creó una nueva religión. Pasemos por alto con espíritu perdonador la referencia a Nuestro Señor, pero reconozcamos que California ha sido escenario de la irrupción de varias denominaciones y sectas. Alguna vez leí en un diario de mi país unas estadísticas según las cuales, si California se independizara de los Estados Unidos sería la cuarta potencia del mundo, pero los Estados Unidos continuarían siendo la primera.

 

Son famosas las rivalidades entre California y Texas, dos grandes poderes económicos; y un viejo chiste las ilustra de manera jocunda: Dialogan un californiano y un texano sobre las riquezas de sus estados. El californiano afirma que con el oro de su región se podría construir una muralla que encerrara a Texas. El texano, entonces, contesta: — Constrúyanla y, si nos gusta, se la compramos de contado.

 

(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Eterno Presente, página 128)

Entradas relacionadas
Deja tu comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *