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Dios Fertiliza lo Estéril | Superpoblación

El doctor Paul Kennedy escribió hace algunos años el libro Ascenso y Caída de los Grandes Poderes, en el cual analiza los fenómenos posteriores a la guerra fría: el derrumbe del Muro de Berlín y de la Unión Soviética, el fracaso del comunismo, etc., y profundiza en el análisis de lo que llama “La Nueva División Mundial”, que se perfila ahora mismo entre los pobres y los ricos. Según los cálculos más pesimistas, en el año 2025 la tierra tendrá nueve mil millones de personas. Kennedy se explaya analizando cómo serán los problemas del consumo, la producción, el mercadeo, la educación, los servicios, la economía, de manera especial en los países más densamente poblados: India, China, Centroamérica y África.

 

En las sociedades ricas la población crece con mucha lentitud e inclusive en algunas -Italia, por ejemplo-, las mujeres son subsidiadas para que conciban y alumbren. Europa ha pasado de Viejo Mundo a mundo viejo, por la planificación extralimitada. Es un continente sin niñez ni juventud. Es decir, sin futuro. En la desarrollada Suecia, el 20% de la gente es mayor de sesenta y cinco años, mientras en Kenya, un país emergente, el 60% de los habitantes es menor de quince años. Esta polarización ha traído otras consecuencias; por ejemplo, la creciente adopción de bebés tercermundistas por padres del mundo desarrollado, no pocas veces convertida en mercado negro de infantes, sin aduanas ni proteccionismo. ¡Contrabando de seres humanos!

 

¿Cómo quieren las potencias solucionar los problemas demográficos? ¡Con el aborto! No obstante, los estudios más serios sobre el tema dicen que en el mundo hay todavía espacio para mucha más gente. Sorprende saber que toda la población actual, los seis mil millones que hay sobre la tierra, cabrían en el solo estado de Texas de la Unión Americana, según proyección basada en la actual densidad de población global. Es un sofisma de distracción hablar de falta de espacio, cuando lo que hay es mala distribución de la población y, sobre todo, de los recursos. Billy Graham en su libro Aviso de Tormenta, amonesta a la sociedad norteamericana con el argumento bíblico de que al que mucho se le ha dado, mucho se le demandará; y advierte que su nación tendrá que responder ante Dios en un juicio colectivo por la indolencia ante los países pobres. La solución no es el aborto, sino regresar a las raíces bíblicas, que engrandecieron a los Estados Unidos. Hoy, por lo menos, hay un presidente que ora en la oficina oval, como lo hacía Lincoln.

 

Darío Silva-Silva. Extractado del libro Sexo en la Biblia, páginas 188-190)

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