Este razonamiento no elimina el factor profético de la escatología, sino lo mira como culminación de un proceso ininterrumpidamente actualista que se halla en marcha y nunca se detiene. En esta óptica, la profecía es diaria. Más aún, continúa. Cada átomo de tiempo aquí y ahora contiene un elemento escatológico. ¿Profecía actualista?. La escatología cristiana no es sólo un estudio del futuro, sino algo que viene del pasado, pues se gesta en la cruz misma del calvario, florece en la resurrección y atraviesa las edades -milenio a milenio, siglo a siglo, año a año, mes a mes, día a día; aún más, hora a hora, minuto a minuto y segundo a segundo- construyendo el futuro. Como quien dice, construyéndose a sí misma. Actualismo futurizador.
Lástima que los grandes textos escatológicos, y comenzando por Apocalipsis, hayan sido manoseados por neófitos que literalizan lo simbólico, simbolizan lo literal, vuelven histórico lo virtual o virtual lo histórico; refunden y confunden lo judío con lo cristiano y lo cristiano con lo gentil, originando un caos de imprecisiones, que siempre son desmentidas por el rigor divino dentro de la historia, pero sirven a un propósito satánico de confusión.
En todo caso, hay que procurar un equilibrio que no elimine el sano y profundo examen de tales textos a la luz de las señales dadas por Jesucristo para el tiempo final, y para el tiempo más allá del tiempo, cuando habrá, sin dudas, nuevos cielos y nueva tierra. Pero convendría examinar también, y sobre todo, las advertencias:
Tengan cuidado de que nadie los engañe.
Mateo 24:4.
Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Mateo 24:36.
Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor.
Mateo 24:42.
El día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada el Señor volverá.
Mateo 24:50.
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Reto de Dios, páginas 158-159)