La Enorme Minoría
Heterodoxia
Toda iniciativa católica para mermarle tono al marianismo debe ser recibida con beneplácito por los cristianos auténticos, que vemos en este difundido culto una simple continuidad del que se rendía desde antiguo en todas las mitologías a la supuesta ‘madre de Dios’.
- Ishtar en la religión de Babilonia.
- Shingmoo en la milenaria China.
- Indrani en la primitiva India.
- Nana le decían los sumerios.
- Astaroth era su nombre en Canaán.
- Isis en el Egipto faraónico.
- Nutria la nominaban los etruscos.
- Hertha según la mitología germánica.
- Venus la llamaban en la vieja Roma.
- Cibeles en Asia e Iberia.
- Afrodita era para los griegos.
Esta variedad explica las muchas advocaciones que hoy se conservan de la Virgen María, cuyo culto fue un Caballo de Troya introducido a la Iglesia Latina por paganos que asumían el cristianismo como una moda y a quienes Roma otorgó inexcusables concesiones con tal de atraerlos a su feligresía.
Volviendo al principio, es importante constatar cómo las religiones amerindias contienen alguna caricatura, o parodia de la verdad, como bien lo ha señalado William H. Prescott:
Es un hecho muy notable, que muchas, si no todas las tribus salvajes que habitaban el vasto continente americano, por desfiguradas que tuviesen en otros puntos sus creencias por pueriles supersticiones, habían llegado a la sublime concepción de un Gran Espíritu, Creador del Universo, que, inmaterial en su propia naturaleza, no debía ser ultrajado con ninguna imagen visible, y que, ocupando todo el espacio, no podría ser circunscrito dentro de las paredes de un templo. (1)
Muchos de nuestros aborígenes tenían más clara la percepción de la Divinidad que sus heterodoxos y cultos conquistadores. Pero, ¿de dónde provienen los primitivos habitantes de estas tierras? ¿surgieron directamente aquí mismo? ¿vinieron de otra parte? ¿por qué eran, si puede decirse así, pro-monoteístas?
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Reto de Dios, páginas 130-131)