No sabemos a ciencia cierta si los ángeles –buenos y malos— habitan otros lugares del Cosmos. La Biblia abunda en referencias que parecen indicar la presencia de seres, no necesariamente humanos, en las regiones celestes. El Nuevo Testamento dice a las claras que existen,
Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Efesios 6:12
También es explícito en textos neotestamentarios paulinos, que Jesucristo fue el creador de tales seres y que algunos de ellos se rebelaron contra Dios y fueron derrotados por medio de la cruz
Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal. Colosenses 2:15
Hay cautelosas especulaciones cristianas sobre tema tan apasionante, que no deben arrastrar a un buen cristiano; pero lo inquietante de todo esto es que el fenómeno ovni (sigla de Objeto Voldar No Identificado) ha servido como pretexto para instrumentar una nueva seudo-religión, acaudillada por la Hermandad Blanca, cuyo supuesto guía espiritual es el conde de Saint Germain, un embaucador francés del siglo XVIII, de quien sus seguidores afirman que no ha muerto. La Misión Rama trabajaba con idéntico objetivo. Sabios ilustres de este tiempo han descartado las visitas de seres de otros mundos al nuestro. Informes periodísticos minuciosos demuestran que los ovnis no son ‘ni naves extraterrestres ni fenómeno paranormal’ sino confusiones visuales de fenómenos astronómicos o formaciones de sustancias naturales, como ‘bolas de gas ionizado que se mueven de manera aparentemente caótica, auroras boreales, bólidos, nubes densas, estrellas fugaces y otros meteoros,’ bandadas de pájaros’, etc.
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Eterno Presente, páginas 133-134)