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El Silencio | Las Reacciones de Jesús

Hace dos mil años en la Tierra Santa se escenificó un juicio muy especial. La ciudad de Jerusalén se vió conmocionada por un hombre a quien se acusaba, no de cosas de poca monta, sino de delitos muy graves, especialmente en el orden político y religioso. Se dijo que era un sedicioso contra el imperio romano y, en el terreno espiritual, se lo acusó de blasfemo y falso profeta. Este reo se llamaba Jesús de Nazaret. ¿Cómo reaccionó el inculpado?

 

Reacción ante el Imperio. En aquel tiempo la Tierra Santa estaba ocupada por la superpotencia de la época, que eran los romanos. Inclusive las autoridades locales eran títeres o robots de los romanos; no tenían autonomía nacional; se trataba de un país ocupado y sojuzgado de ese tiempo. A Jesús lo llevan ante el representante de ese imperio, el gobernador Poncio Pilato, quien encarna la majestad de Roma, la potestad que domina al mundo.

 

-¿No oyes lo que declaran contra tí? -le dijo Pilato. Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro. Mateo 27:13-14.

 

El reo está frente a la máxima autoridad del máximo imperio del mundo y no le contesta ni una palabra. Abre la llave del silencio ante Pilato y eso es tan impresionante que, dice el evangelista, el gobernador se asombraba del silencio de Jesús. Pilato, el representante del imperio romano, la potencia más grande de la historia antigua, estaba atónito, perplejo, con la boca abierta ante el silencio de Jesús. Es como si a usted, siendo pastor evangélico y además carpintero, lo pusieran hoy delante de un representante del Presidente Clinton, y usted no le respondiera ni una sola palabra. Contrario a muchas opiniones el silencio asombra al enemigo.

 

(Darío Silva-Silva. Extractado del libro Las Llaves del Poder, páginas 218-219)

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