IGLESIA DE DIOS UNIVERSAL
Esta secta herética de corte apocalipticista fue fundada en 1947 por Herbert Armstrong con la observancia del sábado como uno de sus signos característicos. Opera desde Estados Unidos pero hace propaganda global a través de una nutrida labor literaria y radiofónica. Los armstronguistas son severamente legalistas, enfatizan la abstención de bebidas alcohólicas y del consumo de una lista de alimentos que consideran nocivos para el organismo humano.
Su doctrina marco es el llamado angloisraelismo, según la cual, los Estados Unidos son un país escogido por Dios debido a que la raza anglosajona es directa descendiente – dicen ellos – de las once tribus perdidas de Israel. Esta secta descarta del todo la inmoralidad del alma y la existencia del infierno, y observa algunas prácticas de la ley mosaica, así como el lavamiento de los pies.
Se declaró a sí misma por fuera de la iglesia evangélica porque, en su enfoque, para ella, debe ser desconocida toda organización eclesiástica que observe el domingo como día del Señor.
CIENCIA CRISTIANA
Iglesia de Cristo Científico es el nombre con el cual se identificó esta asociación religiosa desde cuando la fundó Mary Baker Eddy, quien murió víctima de perturbaciones mentales. Tiene como escrituras autoritarias, tanto la Biblia como el famoso libro ‘La ciencia y la salud con clave en las Escrituras’ redactado por la mencionada seudoprofetisa.
Sus prácticas son de origen espiritista, con énfasis en la sanidad y la salud. Según su enseñanza no hay dolor, ni enfermedad, ni pecado, ni materia, ni muerte. Tales cosas son meros productos de la imaginación, pues solo lo espiritual es real y verdadero. Dios es la Mente Eterna, y el hombre, la expresión de esa mente. No hay cielo, ni infierno, ni demonio. El hombre, como idea e imagen de Dios es inmortal, perfecto, totalmente bueno, y no puede ser tocado ni mancillado por el mal porque la mente humana expresa a Dios.
Lo que se llama salvación consiste en ser libre de los engaños e ilusiones del sentido mortal, es decir, de creer que uno pueda enfermar o morir. Dado que Jesús fue un ser humano muy real y tangible, no se lo debe identificar como Dios. No murió en la cruz, no resucitó de la tumba, sino sencillamente la abandonó sabiendo que no había muerto, porque ningún hombre muere. Son muy pocos, según la Ciencia Cristiana, los poseedores de semejante conocimiento y ella es la única encargada de difundirlo.
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Eterno Presente, página 129-131)