Hay quienes piensan que era en verdad terrible el gran Pablo. Se conservan varios libros históricos de su época, entre ellos el llamado Las Actas de Pablo; y el historiador británico Paul Jonson afirma que, con base en tales manuscritos, se puede delinear bastante bien el comportamiento de este genio religioso de la humanidad. Por ejemplo, cuando habló en el Concilio de Jerusalén, donde debía definirse si seguía, o no, vigente la ley de Moisés, Pablo se arremangó y golpeó con los puños la tribuna desde la que hablaba. Si usted quiere saber cómo reaccionaba Pablo, puede leer su Epístola a los Gálatas que contiene observaciones interesantes.
“¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo”. Gálatas 1:10
Él no quiere agradar a los demás, sino a Cristo. Los profetas no son simpáticos, pues su función es transmitir, sin maquillajes, lo que el Señor le quiere decir a la gente. Por eso, precisamente, a Pablo no le tiemblan los pantalones para encarar aún a personas de tanta importancia en la iglesia naciente como Simón Pedro:
“Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquía, le eché en cara su comportamiento condenable. Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero cuando aquéllos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión. Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita. Cuando vi que no actuaban rectamente, como corresponde a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos: «Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?” Gálatas 2: 11-14
El roce personal no es con cualquier aparecido de la noche a la mañana, sino con alguien que compartió íntimamente con Jesús de Nazaret. Pero es que, en la misma carta, hay requisitorias muy fuertes y radicales dirigidas al grupo completo de Galacia:
“¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente?” Gálatas 3:1
¡Qué gentileza para mandar una esquela! Pero, cuando uno mira la expresión que utiliza Pablo en el griego, sería mejor traducir “imbéciles”; y, si seguimos mirando otros detalles en este mismo correo, tal vez el apóstol queda retratado de cuerpo entero con su redonda admonición:
“¡Ojalá que esos instigadores acabaran por mutilarse del todo!” Gálatas 5:12
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Fruto Eterno, páginas 128- 130)
VISIÓN INTEGRAL (Antología de textos de nuestro pastor presidente)