Al final del siglo XX se realizó en El Cairo una conferencia sobre población patrocinada por la ONU. Allí los países industrializados quisieron imponer el aborto como un método de planificación familiar, especialmente indicado para aplicar en el Tercer Mundo. Gracias a Dios, después de muchas discusiones, se decidió aceptar la voluntad soberana de cada pueblo en el asunto, dadas las gravísimas implicaciones que este flagelo acarrea sobre la sociedad. Fue simbólico que dicha reunión global se realizara en la capital de Egipto, la potencia donde un gobernante de la antigüedad quiso eliminar al pueblo de Dios a través del expedito medio de asesinar a los recién nacidos; esta práctica, conectada con la eugenesia, fue vindicada ayer nada más por los nazis y hace parte de la religión de Satanás desde tiempos inmemoriales. En el Sagrado Libro leemos:
“Cuando entres en la tierra que te da el Señor tu Dios, no imites las costumbres abominables de esas naciones. Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego” (Deuteronomio 18: 9a).
La consagración que hacían aquellos paganos a los demonios era, precisamente, inmolarles sus pequeños hijos. El tan discutido episodio de Abraham dispuesto a ofrendar la persona de Isaac como una prueba de obediencia a Yavéh, tenía por objeto demostrar didácticamente, en tiempos tan primitivos, que el Dios verdadero y Señor de la vida, a diferencia de los falsos dioses que son agentes de la muerte, no acepta que se lo honre por medio de sacrificios humanos. Satanás, por el contrario, odia a los pequeños y no quiere que vivan. Una popular revista colombiana divulgó un informe espeluznante, sobre grupos satánicos que funcionaban en Bogotá, a los cuales concurrían jovencitas embarazadas, y se practicaban el aborto para ofrendar sus bebés al diablo. La cruenta interrupción del embarazo es la forma como él hace sacrificar hoy los infantes. Por fortuna, la Corte Constitucional de ese país dejó en claro que la Carta Magna considera ilegales el satanismo, la hechicería, el espiritismo, la parapsicología y actividades similares:
“Si la policía, por ejemplo, descubre que en un sitio hay un culto en donde se sacrifica una vida humana o se planea un suicidio colectivo, puede tomar medidas para proteger la integridad de quienes asisten al rito”.
En algunas de las mal llamadas iglesias satánicas el rito es una orgía en la cual se mezclan alcohol y estupefacientes, con desenfreno sexual y sacrificios fetales.
Darío Silva-Silva. Extractado del libro Sexo en la Biblia, páginas 184-186)