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El poder de la paciencia

Cuarto ejemplo Job  ¿Les suena este nombre en relación con la paciencia? Empecemos a ubicarnos correctamente en su libro, que es el gran poema del dolor humano. Job 1:13,20 recoge el relato de sus penalidades: sus bueyes y  asnos son robados, sus criados muertos a filo de espada, sus rebaños perecen calcinados, salteadores se roban sus camellos, un huracán mata a sus hijos, su esposa lo abandona y cae gravemente enfermo. El buen Job gana el récord Guines de tribulaciones. Y, ¿cuál es su reacción? Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir.  El SEÑOR ha dado; el SEÑOR ha quitado. ¡Bendito sea el *nombre del SEÑOR!”    Job 1:21 Uno de los errores que se cometen, principalmente en grupos evangélicos raizales, es afirmar que, cuando alguien pasa por pruebas, significa necesariamente que Dios lo está castigando por algo malo que hizo. Tal afirmación no es verdad; al menos, no lo es en todos los casos. Pues, entonces, ¿qué castigo merecía un hombre recto e intachable que temía a Dios y vivía apartado del mal? En la región de Uz había un hombre recto e intachable, que temía a Dios y vivía apartado del mal. Este hombre se llamaba Job.     Job 1:1 A pesar de todas las  catástrofes personales enumeradas, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios. Vienen luego unos íntimos amigos, no a consolarlo, sino a restregarle las heridas, a criticarlo y fastidiarlo, como tantos consejeros supuestamente cristianos que hay por allí; los tales, cuando una persona lo único que  necesita es amor, lo que hacen es  llevarle razones de mayor tristeza y desolación. En el caso de Job se cumple el dicho: ”Hay que darle tiempo al tiempo”; el buen hombre parece saber bien que  lo único que necesitaba era paciencia para manejar las situaciones difíciles. Y, por eso, el epílogo del libro aludido,  muestra el final feliz de esta historia. “El SEÑOR bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo también catorce hijos y tres hijas.  A la primera de ellas le puso por nombre Paloma, a la segunda la llamó Canela, y a la tercera, Linda”.  “No había en todo el país mujeres tan bellas como las hijas de Job. Su padre les dejó una herencia, lo mismo que a sus hermanos. Después de estos sucesos Job vivió ciento cuarenta años. Llegó a ver a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.  Disfrutó de una larga vida y murió en plena ancianidad”.   Job 42:12 ¡Qué enorme fruto produce la paciencia!   (Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Fruto Eterno, páginas 138- 140) VISIÓN INTEGRAL (Antología de textos de nuestro pastor presidente)
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