1‘David dedicó al Señor la letra de esta canción cuando el Señor lo libró de las manos de todos sus enemigos y de las manos de Saúl. 2Dijo así: «El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; 3es mi Dios, la roca en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Él es mi protector y mi salvación. ¡Tú me salvaste de la violencia! ‘
Al leer este canto, David da a conocer el estado de abatimiento en el que se hallaba su alma
al ser perseguido por sus enemigos y por Saúl, cuenta su testimonio al ser librado de
aquellos y que fue salvado por Dios, cuánto temor habría experimentado y cuanto alivio y
alegría de ser librado.
Un temor frío y despiadado se apodera de los corazones de los seres humanos en cualquier
lugar debido a las condiciones caóticas en que se encuentra el mundo de hoy.
La inseguridad, los conflictos y guerras hacen que el mundo viva en vilo ante la posibilidad
de ser parte de ese mal. Los que no conocen a Cristo tienen todo el derecho de tener y
sentir temor. Este no es el caso de los hijos de Dios, pues el sentimiento haya fundamento
en el principio, en la verdad, veamos.
Reposemos en cuatro razones que da Jesús por las cuales no debemos temer y avanzar:
Apoc 1:17-18 “Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha
sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último, 18 y el que vive. Estuve
muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del
infierno.”