1Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. 2Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3El tentador se acercó y le propuso: —Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan. 4Jesús respondió: —Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. 5Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del Templo 6y le dijo: —Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Pues escrito está: »“Ordenará que sus ángeles te protejan y ellos te sostendrán en sus manos para que no tropieces con piedra alguna”». 7 —También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” —contestó Jesús. 8De nuevo el diablo lo llevó a una montaña muy alta. Allí le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. 9Y le dijo: —Todo esto te daré si te postras y me adoras. 10 —¡Vete, Satanás! —dijo Jesús—. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”. 11Entonces el diablo lo dejó y ángeles acudieron a servirle.
El papel del tentador es conseguir que vivamos nuestras vidas independientemente de Dios. Nuestra respuesta al tentador debe ser como la de Jesús, quien declaró su dependencia en Dios el Padre.
Rev. Eduardo Rojas
- Los malos deseos del cuerpo. Deuteronomio 8:1-3
- La codicia de los ojos. Deuteronomio 6:4-19
- La arrogancia de la vida. Proverbios 16:16-24