7Aquella noche Dios se apareció y le dijo:
—Pídeme lo que quieras.
8Salomón respondió:
—Tú trataste con mucho amor a mi padre David y a mí me has permitido reinar en su lugar. 9Señor y Dios, cumple ahora la promesa que hiciste a mi padre David, pues tú me has hecho rey de un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. 10Yo te pido sabiduría y conocimiento para gobernar a tu pueblo; de lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?
La sabiduría que viene de Dios no es igual a la sabiduría humana. Por lo
general, la sabiduría humana se centra en acumular conocimiento. Alguien
sabio es alguien que sabe mucho.
Sin embargo, la sabiduría que Dios nos da es una que nos capacita para hablar o actuar, reflejando su carácter en medio de cualquier circunstancia. La verdadera sabiduría tiene su origen en Dios y mientras más nos acerquemos a él, más sabios seremos.
Sin embargo, si queremos ser guiados por la sabiduría que viene de Dios,
debemos pedirla. Es un paso de humildad. Debemos abrir el corazón para que
sienta lo que el Padre siente en medio de esa situación y para que vea las
cosas desde su perspectiva.