1 SEÑOR, tú me examinas y me conoces. 2Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. 3Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. 4No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, SEÑOR, ya la sabes toda. 5Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano. 6Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo. 7¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? 8Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo de los dominios de la muerte, también estás allí. 9Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, 10aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! 11Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío». 12Ni las tinieblas serían oscuras para ti y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!
Ps. Lucas Leys