25 Yo sé que mi Redentor vive y que al final se levantará sobre el polvo.2 Y, cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos.27 Yo mismo lo veré con mis propios ojos; yo lo veré, no otro. ¡Este anhelo me consume las entrañas!
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Rev. Darío Silva Silva
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