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Junio 02 | De tu sabiduría

Junio 02 | De tu sabiduría

Dios gracias por llamarme tu hijo, eres mi Padre y te pido hoy que me llenes de tu sabiduría en cada cosa que haga.

Josafat, rey de Judá

 

17 Al rey Asá lo sucedió en el trono su hijo Josafat, quien se impuso a la fuerza sobre Israel. Colocó tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá, y guarniciones en el territorio de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asá había conquistado.

El Señor estuvo con Josafat porque siguió el ejemplo inicial de su padre, pues no buscó a los baales, sino al Dios de su padre, obedeció los mandamientos de Dios, y no siguió las prácticas de los israelitas. Por eso el Señor afirmó el reino en sus manos. Todo Judá le llevaba regalos, y Josafat llegó a tener muchas riquezas y recibió muchos honores. Anduvo con orgullo en los caminos del Señor, y hasta quitó de Judá los santuarios paganos y las imágenes de la diosa Aserá.

En el año tercero de su reinado, Josafat envió a sus oficiales Ben Jayil, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías para que instruyeran a la gente en las ciudades de Judá. Con ellos fueron los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, y también los sacerdotes Elisama y Jorán. Llevaron consigo el libro de la ley del Señor para instruir a los habitantes de Judá. Así que recorrieron todas las ciudades de Judá, enseñando al pueblo.

10 Todos los reinos de las naciones vecinas de Judá sintieron un miedo profundo hacia el Señor y no se atrevieron a declararle la guerra a Josafat. 11 Aun algunos filisteos le llevaron a Josafat, como tributo, regalos y plata. Los árabes también le llevaron siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos.

12 Josafat se hizo cada vez más poderoso. Construyó en Judá fortalezas y lugares de almacenamiento, 13 y tenía muchas provisiones en las ciudades. En Jerusalén contaba con un regimiento de soldados muy valientes, 14 cuyo registro, según sus familias patriarcales, es el siguiente:

Jefes de mil soldados en Judá:

Adnás, el comandante, al frente de trescientos mil soldados.

15 Le seguía Johanán, al frente de doscientos ochenta mil soldados;

16 le seguía Amasías hijo de Zicrí, que se ofreció voluntariamente para servir al Señor, y estaba al frente de doscientos mil soldados.

17 De Benjamín:

Eliadá, guerrero valiente, al frente de doscientos mil soldados que portaban arcos y escudos.

18 Le seguía Jozabad, al frente de ciento ochenta mil soldados adiestrados para la guerra.

19 Todos ellos estaban al servicio del rey, sin contar los que este había destinado para las ciudades fortificadas de todo Judá.

 

Micaías profetiza contra Acab

 

18 Josafat se hizo muy rico y famoso y, como había emparentado con Acab, después de algún tiempo fue a visitarlo en Samaria. Allí Acab mató muchas ovejas y vacas para Josafat y sus acompañantes, y lo animó a marchar contra Ramot de Galaad.

Acab, rey de Israel, le preguntó a Josafat, rey de Judá:

―¿Irías conmigo a pelear contra Ramot de Galaad?

Josafat le respondió:

―Estoy a tu disposición, lo mismo que mi pueblo. Iremos contigo a la guerra. Pero, antes que nada, consultemos al Señor —añadió.

Así que el rey de Israel reunió a los cuatrocientos profetas, y les preguntó:

―¿Debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?

―Vaya, Su Majestad —contestaron ellos—, porque Dios la entregará en sus manos.

Pero Josafat inquirió:

―¿No hay aquí un profeta del Señor a quien podamos consultar?

El rey de Israel le respondió:

―Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar al Señor, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; solo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá.

―No digas eso —replicó Josafat.

Entonces el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le ordenó:

―¡Traigan de inmediato a Micaías hijo de Imlá!

El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales y sentados en sus respectivos tronos, estaban en la plaza a la entrada de Samaria, con todos los que profetizaban en su presencia. 10 Sedequías hijo de Quenaná, que se había hecho unos cuernos de hierro, anunció: «Así dice el Señor: “Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta aniquilarlos”». 11 Y los demás profetas vaticinaban lo mismo. «Ataque Su Majestad a Ramot de Galaad, y vencerá, porque el Señor la entregará en sus manos».

12 Ahora bien, el mensajero que había ido a llamar a Micaías le advirtió:

―Mira, los demás profetas a una voz predicen el éxito del rey. Habla favorablemente, para que tu mensaje concuerde con el de ellos.

13 Pero Micaías repuso:

―Tan cierto como que el Señor vive, te juro que yo le anunciaré al rey lo que Dios me diga.

14 Cuando compareció ante el rey, este le preguntó:

―Micaías, ¿debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?

―Ataquen y vencerán —contestó él—, porque les será entregada.

15 El rey le reclamó:

―¿Cuántas veces debo hacerte jurar que no me digas nada más que la verdad en el nombre del Señor?

16 Ante esto, Micaías concedió:

―Vi a todo Israel esparcido por las colinas, como ovejas sin pastor. Y el Señor dijo: “Esta gente no tiene amo. ¡Que cada cual se vaya a su casa en paz!”

17 El rey de Israel le dijo a Josafat:

―¿No te dije que jamás me profetiza nada bueno, y que solo me anuncia desastres?

18 Micaías prosiguió:

―Por lo tanto, oigan la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono con todo el ejército del cielo alrededor de él, a su derecha y a su izquierda. 19 Y el Señor dijo: “¿Quién seducirá a Acab, rey de Israel, para que ataque a Ramot de Galaad y vaya a morir allí?” Uno sugería una cosa, y otro sugería otra. 20 Por último, un espíritu se adelantó, se puso delante del Señor y dijo: “Yo lo seduciré”. “¿Por qué medios?”, preguntó el Señor. 21 Y aquel espíritu respondió: “Saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de sus profetas”. Entonces el Señor ordenó: “Ve y hazlo así, que tendrás éxito en seducirlo”. 22 Así que ahora el Señor ha puesto un espíritu mentiroso en la boca de estos profetas de Su Majestad. El Señor ha decretado para usted la calamidad.

23 Al oír esto, Sedequías hijo de Quenaná se levantó y le dio una bofetada a Micaías.

―¿Por dónde se fue el espíritu del Señor cuando salió de mí para hablarte? —le preguntó.

24 Micaías contestó:

―Lo sabrás el día en que andes de escondite en escondite.

25 Entonces el rey de Israel ordenó:

―Tomen a Micaías, y llévenselo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, mi hijo. 26 Díganles que les ordeno echar en la cárcel a ese tipo, y no darle más que pan y agua, hasta que yo regrese sin contratiempos.

27 Micaías manifestó:

―Si regresas sin contratiempos, el Señor no ha hablado por medio de mí. ¡Tomen nota todos ustedes de lo que estoy diciendo!

 

Muerte de Acab en Ramot de Galaad

 

28 El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, marcharon juntos contra Ramot de Galaad. 29 Allí el rey de Israel le dijo a Josafat: «Yo entraré a la batalla disfrazado, pero tú te pondrás tus vestiduras reales». Así que el rey de Israel se disfrazó y entró al combate.

30 Pero el rey de Siria les había ordenado a sus capitanes de los carros de combate: «No luchen contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel». 31 Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron: «Este es el rey de Israel». Así que se volvieron para atacarlo; pero Josafat gritó, y Dios el Señor lo ayudó, haciendo que se apartaran de él. 32 Entonces los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, y dejaron de perseguirlo.

33 Sin embargo, alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey le ordenó al que conducía su carro: «Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido». 34 Todo el día arreció la batalla, y al rey de Israel se le mantuvo de pie en su carro frente a los sirios, hasta el atardecer, y murió al ponerse el sol.

Jesús les lava los pies a sus discípulos

 

13 Se acercaba la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre. Y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

Llegó la hora de la cena. El diablo ya había incitado a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús. Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía; así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.

Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo:

―¿Y tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?

―Ahora no entiendes lo que estoy haciendo —le respondió Jesús—, pero lo entenderás más tarde.

―¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!

―Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.

―Entonces, Señor, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza!

10 ―El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies —le contestó Jesús—; pues ya todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos.

11 Jesús sabía quién lo iba a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios.

12 Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo:

―¿Entienden lo que he hecho con ustedes? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. 14 Pues, si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. 15 Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. 16 Ciertamente les aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió. 17 ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica.

 

Jesús predice la traición de Judas

 

18 »No me refiero a todos ustedes; yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: “El que comparte el pan conmigo me ha puesto la zancadilla”.

19 »Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda crean que yo soy. 20 Ciertamente les aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me envió».

Rey | Christine D'Clario

Eres hijo de Dios, así que vive con sabiduría. #ConDiosSiempreEnContacto

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3 Comentarios
BERTHA

GRACIAS AMADO PADRE POR LLAMARNOS TUS HIJOS SEÑOR, LLENANOS EN SABIDURIA EN TODO LO QUE HAGAMOS.
SIEMPRE BAJO TU DIRECCION. TE AMAMOS.

BERTHA

GRACIAS SEÑOR POR SER NUESTRO. PADRE Y POR LLENARNOS DE TU SABIDURIA ORIENTACION EN TODO LO QUE HAGAMOS.
GRACIAS GRACIAS.
TE AMO TE AMAMOS.

BERTHA

GRACIAS SEÑOR POR TENER SABIDURIA , POR SER TUS HIIJOS LLENANOS DE SABIDURIA EN CADA COSA QUE HAGAMOS TE AMAMOS.
TE ADORAMOS , SIEMPRE EN TI ESTAREMOS

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