Quiero amarte todos los días de mi vida y tener el privilegio de ser conocido por ti mi Señor.
Salmo de David.
29 Tributen al Señor, seres celestiales,
tributen al Señor la gloria y el poder.
2 Tributen al Señor la gloria que merece su nombre;
póstrense ante el Señor en su santuario majestuoso.
3 La voz del Señor está sobre las aguas;
resuena el trueno del Dios de la gloria;
el Señor está sobre las aguas impetuosas.
4 La voz del Señor resuena potente;
la voz del Señor resuena majestuosa.
5 La voz del Señor desgaja los cedros,
desgaja el Señor los cedros del Líbano;
6 hace que el Líbano salte como becerro,
y que el Hermón salte cual toro salvaje.
7 La voz del Señor lanza ráfagas de fuego;
8 la voz del Señor sacude al desierto;
el Señor sacude al desierto de Cades.
9 La voz del Señor retuerce los robles
y deja desnudos los bosques;
en su templo todos gritan: «¡Gloria!»
10 El Señor tiene su trono sobre las lluvias;
el Señor reina por siempre.
11 El Señor fortalece a su pueblo;
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Cántico para la dedicación de la casa. Salmo de David.
30 Te exaltaré, Señor, porque me levantaste,
porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí.
2 Señor mi Dios, te pedí ayuda
y me sanaste.
3 Tú, Señor, me sacaste del sepulcro;
me hiciste revivir de entre los muertos.
4 Canten al Señor, ustedes sus fieles;
alaben su santo nombre.
5 Porque solo un instante dura su enojo,
pero toda una vida su bondad.
Si por la noche hay llanto,
por la mañana habrá gritos de alegría.
6 Cuando me sentí seguro, exclamé:
«Jamás seré conmovido».
7 Tú, Señor, en tu buena voluntad,
me afirmaste en elevado baluarte;
pero escondiste tu rostro,
y yo quedé confundido.
8 A ti clamo, Señor soberano;
a ti me vuelvo suplicante.
9 ¿Qué ganas tú con que yo muera,
con que descienda yo al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará
o proclamará tu verdad?
10 Oye, Señor; compadécete de mí.
¡Sé tú, Señor, mi ayuda!
11 Convertiste mi lamento en danza;
me quitaste la ropa de luto
y me vestiste de fiesta,
12 para que te cante y te glorifique,
y no me quede callado.
¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!
23 Pablo se quedó mirando fijamente al Consejo y dijo:
―Hermanos, hasta hoy yo he actuado delante de Dios con toda buena conciencia.
2 Ante esto, el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban cerca de Pablo que lo golpearan en la boca.
3 ―¡Hipócrita, a usted también lo va a golpear Dios! —reaccionó Pablo—. ¡Ahí está sentado para juzgarme según la ley!, ¿y usted mismo viola la ley al mandar que me golpeen?
4 Los que estaban junto a Pablo le interpelaron:
―¿Cómo te atreves a insultar al sumo sacerdote de Dios?
5 ―Hermanos, no me había dado cuenta de que es el sumo sacerdote —respondió Pablo—; de hecho está escrito: “No hables mal del jefe de tu pueblo”.
6 Pablo, sabiendo que unos de ellos eran saduceos y los demás fariseos, exclamó en el Consejo:
―Hermanos, yo soy fariseo de pura cepa. Me están juzgando porque he puesto mi esperanza en la resurrección de los muertos.
7 Apenas dijo esto, surgió un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea quedó dividida. 8 (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles ni espíritus; los fariseos, en cambio, reconocen todo esto).
9 Se produjo un gran alboroto, y algunos de los maestros de la ley que eran fariseos se pusieron de pie y protestaron. «No encontramos ningún delito en este hombre —dijeron—. ¿Acaso no podría haberle hablado un espíritu o un ángel?» 10 Se tornó tan violento el altercado que el comandante tuvo miedo de que hicieran pedazos a Pablo. Así que ordenó a los soldados que bajaran para sacarlo de allí por la fuerza y llevárselo al cuartel.
11 A la noche siguiente el Señor se apareció a Pablo, y le dijo: «¡Ánimo! Así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, es necesario que lo des también en Roma».
Conspiración para matar a Pablo
12 Muy de mañana los judíos tramaron una conspiración y juraron bajo maldición no comer ni beber hasta que lograran matar a Pablo. 13 Más de cuarenta hombres estaban implicados en esta conspiración. 14 Se presentaron ante los jefes de los sacerdotes y los ancianos, y les dijeron:
―Nosotros hemos jurado bajo maldición no comer nada hasta que logremos matar a Pablo. 15 Ahora, con el respaldo del Consejo, pídanle al comandante que haga comparecer al reo ante ustedes, con el pretexto de obtener información más precisa sobre su caso. Nosotros estaremos listos para matarlo en el camino.
BERTHA
SOLO QUIERO DECIRTE AMADO DIOS QUE QUEREMOS. AMARTE. TODA. LA VIDA Y SABER QUE SOMOS CONOCIDOS POR TI
PRECIOSO. PADRE.
TE AMAMOS TE ADORAMOS
BERTHA
SABES QUE TE AMAREMOS TODA LA VIDA, GRACIAS PORQUE SEREMOS RECONOCIDOS POR TI SIEMPRE, GRACIAS PODEROSO
DIOS TE AMAMOS.
BERTHA
GRACIAS SEÑOR POR AMARTE COMO LO HAGO CADA INSTANTE DE MI VIDA, Y TENER EL PRIVILEGIO SIEMPRE DE SER CONOCIDO
POR TI AMADO DIOS .GRACIAS GRACIAS. TE AMO TE ADORO