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Día 9: Uno con Cristo

Día 9: Uno con Cristo

Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y yo estoy en ti. Y que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo estoy en ellos, y tú estás en mí. Que gocen de una unidad tan perfecta que el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas tanto como me amas a mí. Juan 17:21-23 (NTV).

En esta porción bíblica, Jesús habla de su unidad trinitaria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y manifiesta la petición al Padre hecha por nosotros para que seamos uno. Nosotros no hacemos la unidad, esta nos ha sido dada, nuestro encargo es mantenerla, guardarla y fomentarla entre los creyentes.

Por lo anterior, se espera que todos los creyentes pensemos, deseemos y queramos actuar a la manera de Dios. Estamos unidos por la misma gracia, el mismo perdón de parte de Dios; el mismo amor, el mismo testimonio, y los mismos objetivos. Es una unidad santa.

El centro de esta unidad, que también ellos sean uno EN NOSOTROS, así como el Padre está en el Hijo, el Hijo está en el Padre mediante la comunión del Espíritu Santo, en la verdad y en el amor, también los creyentes han de estar unidos en ese mismo centro de verdad y amor que son sustanciales en Dios. En imitación lo más perfecta posible, de las tres personas divinas, los creyentes deben estar unidos en toda actividad eclesial, en una fe común, alimentada por el ministerio de la Palabra y en un amor entusiasta y ferviente para ejercer los dones que el Espíritu santo distribuye para la iglesia.  

Efesios 4:4-6 (NVI) dice: hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.

Puedes imaginar que caminamos revestidos con la Unidad en Cristo, esto me debe hacer reflexionar para caminar en santidad, en testimonio, en pureza, teniendo una mente sana, estable y firme que genere unidad hacia cada hermano en Cristo. 

Reto: 

Durante estos ocho días vas a estar orando para que Dios te revele en dónde no has sido fuente de unidad para que tomes acción sobre ello y puedas generar esa unidad a la que estamos llamados como hijos de Dios. ¿Qué tal si empiezas en tu hogar y luego lo extiendes en cada contexto de tu vida?

Oremos: 

Amado Padre, vengo ante ti a darte gracias, porque hoy recuerdo a través de tu Palabra que debo ser imitador tuyo, y por tanto soy generador de unidad donde quiera que tú me envíes. Te necesito para corregir lo que no he hecho bien; tal vez he traído división en mi hogar en mi matrimonio, con mis familiares, amigos y en mi entorno profesional. Señor Jesús, también perdono a todo aquel que ha traído desunión a mi vida, me comprometo a convertirme en un generador y puente de bendición para otros. Amén.

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