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Día 3: La raíz del problema de la inmoralidad sexual

Día 3: La raíz del problema de la inmoralidad sexual

La inmoralidad sexual es un pecado contra la autoridad de Dios, un rechazo de Su diseño y una búsqueda egoísta de satisfacer los deseos personales a costa de los demás y de la relación con Dios. Socava la santidad del cuerpo, la pureza de las relaciones y el pacto matrimonial y finalmente nos lleva a la separación espiritual de Dios. La raíz del problema es un corazón que no tiene celo por Dios. Este corazón desenfocado tiene tres ramas que alimentan el ciclo de pecado de forma continua desde la raíz. Las ramas son: la rebeldía, el egoísmo y la lujuria.

 

  • La rebeldía

 

  • El corazón rebelde rechaza la autoridad de Dios

 

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?

(Jeremías 17:9, NVI)

 

Este versículo destaca la naturaleza corrupta y engañosa del corazón humano cuando está lejos de Dios. La rebelión nace de un corazón que se aparta de Su guía.

 

  • La rebeldía es desobedecer a Dios.

 

La rebeldía es tan grave como la adivinación,

y la arrogancia, como el pecado de la idolatría.

Y como tú has rechazado la palabra del SEÑOR,

él te ha rechazado como rey».

(1 Samuel 15:23, NVI)

 

Aquí, la rebeldía se compara con el pecado de adivinación (asociado con la superstición y la idolatría). Rechazar la voluntad de Dios es visto como algo muy grave, es tanto como el adorar a ídolos.

 

  • La rebeldía tiene consecuencias

 

Recuerda esto y nunca olvides cómo provocaste la ira

del SEÑOR tu Dios en el desierto. Desde el día en que

saliste de Egipto hasta tu llegada aquí, has sido rebelde

contra el SEÑOR.

(Deuteronomio 9:7, NVI)

 

  • El egoísmo

 

  • El corazón egoísta ve a los demás como inferiores.

 

No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.

(Filipenses 2:3, NVI)

 

Si tienes un corazón egoísta, el lente a través del cual ves a las personas está distorsionado. Te percibes superior a los demás y los tratas de acuerdo con esta postura. Se te dificulta entender que las necesidades de los demás también son válidas e importantes.

 

  • El corazón egoísta solo busca sus propios intereses

 

Que nadie busque sus propios intereses, sino los del prójimo.

(1 Corintios 10:24, NVI)

 

El Evangelio de Jesús nos lleva a pensar más en el prójimo que en nosotros mismos. El egocentrismo pone el enfoque solo en nosotros y cuando se trata de relaciones y sexualidad, nuestra satisfacción momentánea se vuelve más importante que las consecuencias colaterales que pueden afectar a los demás.

 

  • El corazón egoísta es arrastrado por sus malos deseos

 

Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. 15 Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.

(Santiago 1:14-15, NVI) 

 

Este egoísmo tienta al corazón a buscar satisfacer malos deseos en el lugar incorrecto y se convierte en una «transgresión». El deseo de hacer el mal nace de un corazón que no busca humillarse ante Dios, un corazón que busca su propio camino a través de la sabiduría humana en vez de depender de Dios.

 

  • La lujuria

 

  • El corazón lleno de lujuria.

 

Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio”.[a] 28 Pero yo digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te hace pecar, córtatela y arrójala. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo y no que todo él vaya al infierno.

(Mateo 5:27-30, NVI)

 

Es probable que el que mira a una mujer con lujuria no tiene la capacidad de verla como una creación admirable de Dios. Es un hombre que considera «normal» ver a las mujeres como un objeto. Pero no es que sea responsabilidad de la mujer vestirse modestamente con el ánimo de «cuidar» los ojos de este hombre que no tiene dominio propio (aunque las mujeres deben honrar a Dios con su modestia). La lujuria en el hombre corrompe los ojos y las intenciones del corazón.

 

La lujuria es un grave problema porque está arraigada a deseos pecaminosos que van en contra de la voluntad de Dios respecto a la pureza, el autocontrol y el amor. Daña tanto la vida espiritual del individuo como las relaciones con los demás y, finalmente, aleja a las personas de la vida que Dios tiene destinada para ellas.

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