Dos elementos esenciales de la familia, el matrimonio y la paternidad, revelan el carácter de Dios como ninguna otra cosa en la Creación. El amor entre un esposo y su esposa deja entrever la apasionada devoción de Cristo por nosotros, su novia. Del mismo modo, los altibajos de la paternidad ofrecen una imagen convincente de la ternura y la paciencia de Dios hacia nosotros como Sus hijos.
La familia hace algo más que reflejar el carácter de Dios. Proporciona un lugar seguro donde los hijos pueden experimentar el amor de Dios (a través de sus padres) y aprender a amar a los demás.
Cristo nació en el contexto de una familia. El «Dios hecho carne» se sometió a una madre y un padre terrenal para modelar lo que significa honrar a los padres y disfrutar de su amorosa dirección. Fue en el seno de su familia terrenal donde Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de la gente. Lucas 2:52 NVI.
Nuestros hijos necesitan saber que Dios tiene un propósito especial al ponerlos dentro de una familia. Reflexionemos sobre tres puntos que están diseñados para ayudar a sus hijos a descubrir esta verdad y llevarlos a apreciar de una manera más profunda la familia que Dios les ha dado.
Puntos claves para no olvidar
- La familia es una obra maestra de la Creación de Dios.
- El matrimonio y la paternidad revelan el carácter de Dios.
- Dios pone a los niños en las familias para que puedan experimentar Su amor y aprender a amar a los demás.
Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Proverbios 1:8
Los hijos son una herencia del Señor, el fruto del vientre es una recompensa. Salmo 127:3.
Ser padre es un privilegio y un llamado divino que requiere amor, paciencia y dedicación. Los hijos son un regalo precioso que nos ha sido confiado para cuidarlos, guiarlos y enseñarles el camino del Señor. Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez no lo abandonará. Proverbios 22:6.
Como padres, tenemos la responsabilidad de criar a nuestros hijos en la disciplina y enseñanza del Señor (Efesios 6:4). Debemos enseñarles a amar y servir a Dios, a ser honestos, íntegros y responsables, que pidan la llenura del Espíritu Santo en sus vidas. Pero también debemos recordar que los hijos no nos pertenecen. Son un préstamo de Dios, y debemos criarlos para que sean hombres y mujeres de bien que honren al Señor y bendigan a los demás.
Anhelamos que Dios nos guíe y nos dé sabiduría para criar a nuestros hijos de acuerdo a su voluntad. Pidámosle que nos ayude a ser padres amorosos y pacientes que reflejen su amor incondicional.
Reto:
Dedica tiempo exclusivo y de calidad a cada hijo, has alguna actividad que disfruten todos, escúchale, presta atención a sus pensamientos, sentimientos y necesidades, ayúdale a acercarse a Dios.
Oremos:
Amado Padre celestial, gracias por el regalo de mis hijos. Ayúdame a criarlos de acuerdo a tu voluntad y a enseñarles a amarte y servirte, ayúdanos a ser un modelo real de ti para ellos, Gracias porque es un honor ser llamados padres, bendícenos, te necesitamos para tener la sabiduría para guiarlos mientras estemos en esta tierra. Te entregamos nuestros hijos en tus manos preciosas para que vivan bajo tu cuidado, te sigan y formen tu carácter en ellos y como padres podamos ver tu fidelidad.
Renunciamos a traer división como padres y nos comprometemos a ser generadores de unidad y bendición. Fortalece nuestro matrimonio, pues entendemos que la paz que haya en nuestro hogar dependerá del ambiente familiar que les demos. Amén.
