Jesús, une a nuestra nación para que alabemos tu santo nombre y demos gracias por tu salvación.
El único Salvador de Israel
43 Pero ahora, así dice el Señor,
el que te creó, Jacob,
el que te formó, Israel:
«No temas, que yo te he redimido;
te he llamado por tu nombre; tú eres mío.
2 Cuando cruces las aguas,
yo estaré contigo;
cuando cruces los ríos,
no te cubrirán sus aguas;
cuando camines por el fuego,
no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
3 Yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu salvador;
yo he entregado a Egipto como precio por tu rescate,
a Cus y a Seba en tu lugar.
4 A cambio de ti entregaré hombres;
¡a cambio de tu vida entregaré pueblos!
Porque te amo y eres ante mis ojos
precioso y digno de honra.
5 No temas, porque yo estoy contigo;
desde el oriente traeré a tu descendencia,
desde el occidente te reuniré.
6 Al norte le diré: “¡Entrégalos!”
y al sur: “¡No los retengas!
Trae a mis hijos desde lejos
y a mis hijas desde los confines de la tierra.
7 Trae a todo el que sea llamado por mi nombre,
al que yo he creado para mi gloria,
al que yo hice y formé”».
8 Saquen al pueblo ciego, aunque tiene ojos,
al pueblo sordo, aunque tiene oídos.
9 Que se reúnan todas las naciones
y se congreguen los pueblos.
¿Quién de entre ellos profetizó estas cosas
y nos anunció lo ocurrido en el pasado?
Que presenten a sus testigos
y demuestren tener razón,
para que otros oigan y digan:
«Es verdad».
10 «Ustedes son mis testigos —afirma el Señor—,
son mis siervos escogidos,
para que me conozcan y crean en mí,
y entiendan que yo soy.
Antes de mí no hubo ningún otro dios,
ni habrá ninguno después de mí.
11 Yo, yo soy el Señor,
fuera de mí no hay ningún otro salvador.
12 Yo he anunciado, salvado y proclamado;
yo entre ustedes, y no un dios extraño.
Ustedes son mis testigos —afirma el Señor—,
y yo soy Dios.
13 Desde los tiempos antiguos, yo soy.
No hay quien pueda librar de mi mano.
Lo que yo hago, nadie puede desbaratarlo».
La misericordia de Dios y la infidelidad de Israel
14 Así dice el Señor,
su Redentor, el Santo de Israel:
«Por ustedes enviaré gente a Babilonia;
abatiré a todos como fugitivos.
En los barcos que eran su orgullo,
abatiré también a los caldeos.
15 Yo soy el Señor, su santo;
soy su rey, el creador de Israel».
16 Así dice el Señor,
el que abrió un camino en el mar,
una senda a través de las aguas impetuosas;
17 el que hizo salir carros de combate y caballos,
ejército y guerrero al mismo tiempo,
los cuales quedaron tendidos para nunca más levantarse,
extinguidos como mecha que se apaga:
18 «Olviden las cosas de antaño;
ya no vivan en el pasado.
19 ¡Voy a hacer algo nuevo!
Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?
Estoy abriendo un camino en el desierto,
y ríos en lugares desolados.
20 Me honran los animales salvajes,
los chacales y los avestruces;
yo hago brotar agua en el desierto,
ríos en lugares desolados,
para dar de beber a mi pueblo escogido,
21 al pueblo que formé para mí mismo,
para que proclame mi alabanza.
22 »Pero tú, Jacob, no me has invocado;
tú, Israel, te has cansado de mí.
23 No me has traído el cordero de tus holocaustos,
ni me has honrado con tus sacrificios.
No te he abrumado exigiendo ofrendas de grano,
ni te he agobiado reclamando incienso.
24 No me has comprado caña aromática,
ni me has saciado con el sebo de tus sacrificios.
¡En cambio, tú me has abrumado con tus pecados
y me has agobiado con tus iniquidades!
25 »Yo soy el que por amor a mí mismo
borra tus transgresiones
y no se acuerda más de tus pecados.
26 ¡Hazme recordar! Presentémonos a juicio;
plantea el argumento de tu inocencia.
27 Tu primer antepasado pecó;
tus voceros se rebelaron contra mí.
28 Por eso humillé a las autoridades del templo;
entregué a Jacob a la destrucción total,
entregué a Israel al menosprecio.
Israel, el escogido
44 »Pero ahora, Jacob, mi siervo,
Israel, a quien he escogido, ¡escucha!
2 Así dice el Señor, el que te hizo,
el que te formó en el seno materno
y te brinda su ayuda:
“No temas, Jacob, mi siervo,
Jesurún, a quien he escogido,
3 que regaré con agua la tierra sedienta,
y con arroyos el suelo seco;
derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia,
y mi bendición sobre tus vástagos,
4 y brotarán como hierba en un prado,
como sauces junto a arroyos.
5 Uno dirá: ‘Pertenezco al Señor’;
otro llevará el nombre de Jacob,
y otro escribirá en su mano: ‘Yo soy del Señor’,
y tomará para sí el nombre de Israel”.
El Señor y los ídolos
6 »Así dice el Señor, el Señor Todopoderoso,
rey y redentor de Israel:
“Yo soy el primero y el último;
fuera de mí no hay otro dios.
7 ¿Quién es como yo?
Que lo diga.
Que declare lo que ha ocurrido
desde que establecí a mi antiguo pueblo;
que exponga ante mí lo que está por venir,
¡que anuncie lo que va a suceder!
8 No tiemblen ni se asusten.
¿Acaso no lo anuncié y profeticé hace tiempo?
Ustedes son mis testigos.
¿Hay algún Dios fuera de mí?
No, no hay otra Roca;
no conozco ninguna”».
9 Los que fabrican ídolos no valen nada;
inútiles son sus obras más preciadas.
Para su propia vergüenza,
sus propios testigos no ven ni conocen.
10 ¿Quién modela un dios o funde un ídolo,
que no le sirve para nada?
11 Todos sus devotos quedarán avergonzados;
¡simples mortales son los artesanos!
Que todos se reúnan y comparezcan;
¡aterrados y avergonzados quedarán todos ellos!
12 El herrero toma una herramienta,
y con ella trabaja sobre las brasas;
con martillo modela un ídolo,
con la fuerza de su brazo lo forja.
Siente hambre, y pierde las fuerzas;
no bebe agua, y desfallece.
13 El carpintero mide con un cordel,
hace un boceto con un estilete,
lo trabaja con el escoplo
y lo traza con el compás.
Le da forma humana;
le imprime la belleza de un ser humano,
para que habite en un santuario.
14 Derriba los cedros,
y escoge un ciprés o un roble,
y lo deja crecer entre los árboles del bosque;
o planta un pino, que la lluvia hace crecer.
15 Al hombre le sirve de combustible,
y toma una parte para calentarse;
enciende un fuego y hornea pan.
Pero también labra un dios y lo adora;
hace un ídolo y se postra ante él.
16 La mitad de la madera la quema en el fuego,
sobre esa mitad prepara su comida;
asa la carne y se sacia.
También se calienta y dice:
«¡Ah! Ya voy entrando en calor,
mientras contemplo las llamas».
17 Con el resto hace un dios, su ídolo;
se postra ante él y lo adora.
Y suplicante le dice:
«Sálvame, pues tú eres mi dios».
18 No saben nada, no entienden nada;
sus ojos están velados, y no ven;
su mente está cerrada, y no entienden.
19 Les falta conocimiento y entendimiento;
no se ponen a pensar ni a decir:
«Usé la mitad para combustible;
incluso horneé pan sobre las brasas,
asé carne y la comí.
¿Y haré algo abominable con lo que queda?
¿Me postraré ante un pedazo de madera?»
20 Se alimentan de cenizas,
se dejan engañar por su iluso corazón,
no pueden salvarse a sí mismos, ni decir:
«¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!»
21 «Recuerda estas cosas, Jacob,
porque tú eres mi siervo, Israel.
Yo te formé, tú eres mi siervo;
Israel, yo no te olvidaré.
22 He disipado tus transgresiones como el rocío,
y tus pecados como la bruma de la mañana.
Vuelve a mí, que te he redimido».
23 ¡Canten de alegría, cielos,
que esto lo ha hecho el Señor!
¡Griten con fuerte voz,
profundidades de la tierra!
¡Prorrumpan en canciones, montañas;
y bosques, con todos sus árboles!
Porque el Señor ha redimido a Jacob,
Dios ha manifestado su gloria en Israel.
Jerusalén vuelve a ser habitada
24 «Así dice el Señor, tu Redentor,
quien te formó en el seno materno:
»“Yo soy el Señor,
que ha hecho todas las cosas,
yo solo desplegué los cielos
y expandí la tierra.
¿Quién estaba conmigo?
25 »”Yo frustro las señales de los falsos profetas
y ridiculizo a los adivinos;
yo hago retroceder a los sabios
y convierto su sabiduría en necedad.
26 Yo confirmo la palabra de mis siervos
y cumplo el consejo de mis mensajeros.
Yo digo que Jerusalén será habitada,
que los pueblos de Judá serán reconstruidos;
y sus ruinas las restauraré.
27 Yo mando que se seque lo profundo del mar,
y ordeno que se sequen sus corrientes.
28 Yo afirmo que Ciro es mi pastor,
y dará cumplimiento a mis deseos;
dispondrá que Jerusalén sea reconstruida,
y que se repongan los cimientos del templo”».
Ministerio de Pablo en Tesalónica
2 Hermanos, bien saben que nuestra visita a ustedes no fue un fracaso. 2 Y saben también que, a pesar de las aflicciones e insultos que antes sufrimos en Filipos, cobramos confianza en nuestro Dios y nos atrevimos a comunicarles el evangelio en medio de una gran lucha. 3 Nuestra exhortación no se origina en el error ni en malas intenciones, ni procura engañar a nadie. 4 Al contrario, hablamos como hombres a quienes Dios aprobó y les confió el evangelio: no tratamos de agradar a la gente, sino a Dios, que examina nuestro corazón. 5 Como saben, nunca hemos recurrido a las adulaciones ni a las excusas para obtener dinero; Dios es testigo. 6 Tampoco hemos buscado honores de nadie; ni de ustedes ni de otros. 7 Aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido ser exigentes con ustedes, los tratamos con delicadeza. Como una madre que amamanta y cuida a sus hijos, 8 así nosotros, por el cariño que les tenemos, nos deleitamos en compartir con ustedes no solo el evangelio de Dios, sino también nuestra vida. ¡Tanto llegamos a quererlos! 9 Recordarán, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para proclamarles el evangelio de Dios, y cómo trabajamos día y noche para no serles una carga.
10 Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en una forma santa, justa e irreprochable. 11 Saben también que a cada uno de ustedes lo hemos tratado como trata un padre a sus propios hijos. 12 Los hemos animado, consolado y exhortado a llevar una vida digna de Dios, que los llama a su reino y a su gloria.
13 Así que no dejamos de dar gracias a Dios, porque al oír ustedes la palabra de Dios que les predicamos, la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que realmente es, palabra de Dios, la cual actúa en ustedes los creyentes. 14 Ustedes, hermanos, siguieron el ejemplo de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, ya que sufrieron a manos de sus compatriotas lo mismo que sufrieron aquellas iglesias a manos de los judíos. 15 Estos mataron al Señor Jesús y a los profetas, y a nosotros nos expulsaron. No agradan a Dios y son hostiles a todos, 16 pues procuran impedir que prediquemos a los gentiles para que sean salvos. Así en todo lo que hacen llegan al colmo de su pecado. Pero el castigo de Dios vendrá sobre ellos con toda severidad.
Pablo anhela ver a los tesalonicenses
17 Nosotros, hermanos, luego de estar separados de ustedes por algún tiempo, en lo físico, pero no en lo espiritual, con ferviente anhelo hicimos todo lo humanamente posible por ir a verlos. 18 Sí, deseábamos visitarlos —yo mismo, Pablo, más de una vez intenté ir—, pero Satanás nos lo impidió. 19 En resumidas cuentas, ¿cuál es nuestra esperanza, alegría o motivo de orgullo delante de nuestro Señor Jesús para cuando él venga? ¿Quién más sino ustedes? 20 Sí, ustedes son nuestro orgullo y alegría.
Eduardo+Rodriguez
El orar por nuestros gobernanates, nos compromete a seguir los designios de Nuestro Dios, el cual nos dice que ellos mas temprano que tarde llegaran a sus pies, para adorarlo como se debe, Amen
Carlos Iván Molina Roa
Así que no dejamos de dar gracias a Dios, porque al oír ustedes la palabra de Dios que les predicamos, la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que realmente es, palabra de Dios, la cual actúa en ustedes los creyentes. Amén 🙏
Gracias Padre, por tu palabra, por esa Espada del Espíritu, que nos ayuda, nos exhorta, nos sostiene, nos guía. Que hagamos tu palabra y que a través de ella, llegues tu a más corazones, especialmente por los que oramos. Así sea en Cristo Jesús, Amén 🙏.
BERTHA
POR SIEMPRE TE ALABAREMOS PRECIOSO DIOS, UNE TU PAIS, GUIANOS PROTEGENOS, TE AMAMOS SEÑOR.
BERTHA
GRACIAS SEÑOR TODOPODEROSO POR UNIRNOS MAS A TU NACION Y OREMOS POR ELLA SIEMRPE.
TE AMO TE AMAMOS. PAPITO DIOS. GRACIAS