Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable.
Isaías 53:2 NVI
Jesús, siendo el Rey de reyes y Señor de señores, el creador de todo lo visible y lo invisible de este mundo, el Gran Yo Soy, no demostró en ningún momento orgullo por todo lo que había hecho por la humanidad. Por el contrario, demostró en todo momento ser una persona humilde y sencilla.
Jesús era como una raíz seca en tierra estéril, la cual no parecía tener muchas posibilidades en el mundo. Sin embargo, Dios puede hacer cosas grandes y maravillosas que se vean con una belleza natural e increíble para todos los que lo aman.
El Señor Jesús vino a la tierra hecho hombre para identificarse con nosotros en nuestras debilidades y para ser el puente de la reconciliación con Dios. Jesús fue ignorado por su propio pueblo, tan despreciado como una raíz de tierra seca. Cuando comenzó su ministerio, los que lo escuchaban estaban asombrados porque pensaban que solo era el hijo del humilde carpintero.
Oremos: Amado Padre celestial, ayúdame a vivir siendo consciente de que no debo depender de lo que los demás piensen de mi apariencia, porque tú me amas tal y como soy. También te pido ayuda para ver a los demás con tus ojos, para ver que también son hijos de Dios. Ayúdame a convertirme en un puente de reconciliación en la tierra y a no juzgar a las personas por como parecen ser. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.