Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Juan 17:21b.
Somos uno con Cristo, su sacrificio en la cruz fue por toda la humanidad, por creyentes y no creyentes, por eso, quienes le conocemos y vivimos una vida real de su mano, somos encargados de llevar su amor y misericordia a otros para que le conozcan; por tal razón, donde Dios nos llame debemos generar unidad así sea en la variedad y que por causa de nuestro ejemplo le conozcan.
Que gran responsabilidad tenemos los creyentes en nuestra vida secular profesional, es allí un lugar para generar la bendición de la unidad.
Ahora bien, en nuestra sociedad hay algo a lo que llamamos “valores”, es decir, aquello a lo que le doy importancia y tiene valor en mi vida. Muchas veces nuestros valores están devaluados o desordenados, el “yo” por encima del colectivo.
En todos los sectores sociales y humanos es fundamental destacar el valor de la unidad, del trabajo en equipo, del convencimiento real que necesitamos unos de otros, que nos tenemos que apoyar para poder conseguir nuestra metas y objetivos. No podemos vivir al margen de los demás, debemos crear siempre puentes de unión para que podamos convivir juntos y en armonía, y no solo llevándonos bien con los demás, sino también buscando la unidad.
En la unidad concentramos la energía, dirigimos el pensamiento, nuestras ideas, y para ellos nos marcamos un objetivo claro, dónde queremos llegar, y entonces es cuando los que trabajan en el mismo proyecto unen las fuerzas.
Para trabajar en equipo es importante no pensar en un uno mismo, es vital dejar el exceso de ambiciones y tener cuidado con lo que significa competitividad. Esforzarse por hacer las cosas bien, pero mirando el bien común y la razón, el objetivo marcado para el trabajo en equipo, esto debe hacer un hijo de Dios independientemente que trabaje con creyentes o no, debe ser un mediador, reconciliador y generador de vida a través de la unidad.
Los apoyos entre equipos son vitales, saber qué es lo que necesita cada uno y unificar esfuerzos, no todas las personas necesitan lo mismo, cada persona es diferente, pero en esa diferencia también está lo que nos hace especiales, y desde esa diferencia debemos complementarnos, respetarnos y honrarnos. Bajo estas premisas recordemos siempre a quién representamos en nuestras compañías.
Reto:
Durante esta semana ora para que el Señor te guíe y te muestre qué acciones podrías tomar para cambiar, o buscar nuevos espacios en donde generes unidad entre las personas con quienes trabajas o en la compañía que te ha contratado. Si perteneces a un grupo donde es difícil caminar unidos, ¿qué puedes hacer para que eso cambie? Empieza por ti.
Oremos:
Amado Padre celestial, gracias por ser ejemplo de unidad, gracias por darme la fuerza, la sabiduría, la estrategia para ser diferente en mi lugar de trabajo, y para ayudarme a ser generador de unidad donde me has ubicado. Deseo ser un buen representante tuyo en ese lugar, ayúdame a ser ejemplo siempre. Amén.