7¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu?
¿A dónde podría huir de tu presencia?
8Si subiera al cielo,
allí estás tú;
si tendiera mi lecho en el fondo de los dominios de la muerte,
también estás allí.
9Si me elevara sobre las alas del alba,
o me estableciera en los extremos del mar,
10aun allí tu mano me guiaría,
¡me sostendría tu mano derecha!
11Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas;
que la luz se haga noche en torno mío».
12Ni las tinieblas serían oscuras para ti
y aun la noche sería clara como el día.
¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!
Rev. Eduardo Rojas