Después de una emboscada que el Señor mismo le tendió en el camino de Damasco, Pablo pasó de perseguidor a perseguido y aún sus enemigos, que son legión por el mundo entero y en todas las épocas históricas, se preguntan, llenos de asombro: ¿Qué lo hizo cambiar? ¿Cómo puede alguien pasarse instantáneamente de un bando a otro, conociendo las consecuencias que él mismo ha desencadenado de antemano?
El propio Adán-Pablo trata de explicar lo inexplicable y no viene al caso narrar su encuentro personal con Jesucristo en la carretera, el resplandor celestial que lo ciega, la voz que le habla, su bautismo y todo lo relativo a su llamado específico para montar la más grande empresa de la historia universal. Eso es verdad sabida.
Lo cierto es que este ‘genio religioso’, como en general se lo considera, trae la pieza que ensambla finalmente el rompecabezas de Jesucristo para todas las naciones de la tierra. Es, de hecho, el sistematizador de la doctrina cristiana. Agustín de Hipona, al reconocer la excelencia del apóstol de los gentiles y lo colosal de su obra, se bromea con Jesucristo y le pregunta confianzudamente: —Perdóname, Señor, pero ¿qué sería de ti sin Pablo?
Jeff Caligury ha llegado a afirmar que, así no se hubiera hecho cristiano, Pablo sería, de todos modos, uno de los personajes más sobresalientes de la historia.
Paul Jonson, por su parte, no vacila en calificarlo como la figura más importante de la humanidad en los últimos dos mil años. Desde la otra orilla, Rosemberg lo llama “morboso chiflado”, y Nietzsche lo califica de “perverso rabino”.
(28) nota alcance: Al respecto puede leerse de Jeff Caligury su libro, Claves del liderazgo del San Pablo, Editorial Peniel, 2005
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Código Jesús, páginas 134-135)