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Odres Colectivos (Parte 3)

Los Odres Viejos – Odres Colectivos  (Parte 3)

 

LA DENOMINACIÓN.  La dictadura, el unanimismo, el monopolio son contrarios al espíritu cristiano.  Una de las conquistas más valiosas de la Reforma es, precisamente, la libertad de examen; deplorablemente, una aplicación extrema de ella ha conducido a cierta anarquía que no beneficia y más bien perjudica la sana discusión de los asuntos internos.  Diferencias muy graves han aflorado cuando quiera que un punto de vista novedoso no se somete a elementales análisis y toma su atajo con desenfado arrastrando tras sí a incautos y rebeldes.  En los tiempos pioneros de la iglesia  ya se perfilaba cierta ‘pastorlatría’, aberración que conduce al sectarismo denominacional.  Esa rivalidad fue reprendida por Pablo cuando afloraba en la congregación de Corinto:

 

Me refiero a que unos dicen: Yo sigo a Pablo; otros afirman: ‘Yo, a Apolos’; otros: Yo, a Cefas; y otros: Yo, a Cristo ¡Cómo! ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso Pablo fue crucificado por ustedes?  O es que fueron bautizado en el nombre de Pablo?  1 Corintios 1: 12-13

El denominacionalismo no es nocivo per se; al contrario, resulta beneficioso en cuanto al propósito de Cristo de alcanzar a personas de todos los estratos, razas, gustos, profesiones, inclinaciones, culturas, nacionalidades, rangos intelectuales y económicos, etc. La denominación se conforma por personas que se asemejan entre sí, con ideas similares, intereses comunes, aspiraciones afines, costumbres parecidas.  Si se observa con cuidado el desarrollo denominacional, siempre se hallará un algo unificador en cada grupo,  un fenómeno celular de atracción o rechazo por el cual el feligrés encaja en forma espontánea o, por el contrario, resiente su integración y la busca en otra parte.

 

Con el fin de mantener la necesaria unidad dentro de la variedad, el cristianismo ha identificado desde sus orígenes los fundamentos sobre los cuales se edifica su perpetuo actualismo.  La agrupación que incurra en el desconocimiento de algunas de tales bases no es una iglesia sino una secta, se coloca automáticamente por fuera de la comunión que solidariza a todas las ramas de la vid verdadera.  Últimamente, con el auge de iluminados que dicen haber tenido encuentros íntimos y coloquiales con Jesús pululan los grupos autónomos, refractarios al principio de unidad,  que no significa uniformidad.  Lo más lamentable de su proceder radica en la agresividad que exhiben frente a sus hermanos en la fe.  Tal vez les convendría recordar este pasaje del evangelio:

 

-Maestro – intervino Juan —, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre; pero como no anda con nosotros, tratamos de impedírselo.
-No se lo impidan – les replicó Jesús —, porque el que no está contra ustedes está a favor de ustedes.

Lucas 9: 49-50

Algunos parecieran entender que Jesús congratula a Juan por su sectarismo; otros pasan por alto un gran detalle: Jesús no aconseja que se invite a aquel hombre a pertenecer al grupo, sino que lo dejen en paz, que no lo interfieran ni lo mortifiquen con sus admoniciones; él merece ese tratamiento porque también hace milagros en el Santo Nombre.

 

(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Eterno Presente, página 120-122)

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