ODRES INDIVIDUALES
Estos son los odres individuales a romper, si queremos una auténtica renovación:
LA VOLUNTAD: El método más popular de orar hoy en día es ‘hágase mi voluntad’. El afán de ofrecer fórmulas mágicas o facilistas para la solución del angustiado hombre de esta época, ha llevado a maestros de dudosa ortografía a hacer de Dios un autómata al servicio del humano capricho. Por otra parte, el ardiente egocentrismo originado por la casi imperceptible deificación humana propia del siglo XX, ha permitido a muchos exclamar con el ángel caído:
“Subiré hasta los cielos
Levantaré mi trono
Por encima de las estrellas
De Dios.
Gobernaré desde el extremo norte
En el monte de los dioses.
Subiré a la cresta de las
más altas nubes
Seré semejante al Altísimo”
Isaías 14: 13-14
Es muy difícil encontrar uno en un millón que hoy ore como Jesús lo hiciera en Getsemaní, aunque nadie nunca pase por una situación tan traumática, única en la historia del tiempo y de la eternidad:
“Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya”. Lucas 22:42
La Biblia no informa claramente lo que ha pasado en cada uno de los dos casos: Satanás es arrojado al abismo como réprobo abominable porque quiso hacer su voluntad; Jesús, exaltado sobre los cielos de los cielos, por hacer la voluntad del Padre celestial.
Mente, corazón y voluntad son odres que trasvasan el vino de pensamiento a sentimiento y de sentimiento a comportamiento. La trinidad anímica del hombre, como Agustín de Hipona lo expresa, se mueve por sus elementos intelectivo, sensitivo y volitivo. El proceso que así se cumple puede expresarse con la estrofa de Octavio Paz sobre la poesía:
Es un pensar
Que es un sentir
Que es un decir
Que es un hacer
(Darío Silva-Silva. Extractado del libro El Eterno Presente, página 117-118)
VISIÓN INTEGRAL
(Antología de textos de nuestro pastor presidente)