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El Silencio | Las Reacciones de Jesús 2

La reacción ante el rey. Por supuesto, los romanos tenían unas autoridades marionetas allí en Tierra Santa. Por ejemplo, en la provincia de Galilea, donde Jesús se había criado y donde había comenzado propiamente su ministerio, reinaba un tetrarca, hebreo de nacimiento, pero voluntariamente puesto al servicio del Imperio Romano: Herodes, ¿Cómo reaccionará Jesús ahora, frente al rey local y autoridad de su región?

 

Prestemos atención a la astucia de Pilato, hombre ladino, desconfiado y perspicaz.

 

Al oír esto, Pilato preguntó si el hombre era galileo. Cuando se enteró de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo mandó a él, ya que en aquellos días también Herodes estaba en Jerusalén. Lucas 23:6-7.

 

Si es galileo, razonó Pilato, me quitaré el problema de encima y le pasaré de taquito, el balón a Herodes. Que él se enfrente con este mudo voluntario, que no responde, que no dice una palabra.

 

Al ver a Jesús, Herodes se puso muy contento; hacía tiempo que quería verlo por lo que oía acerca de él, y esperaba presenciar algún milagro que hiciera Jesús. Lo acosó con muchas preguntas, pero Jesús no le contestaba nada. Vers. 8-9.

 

¡Qué impaciencia! Nadie dejará de admirarse, de asombrarse, de llenarse de perplejidad. Jesús no le dice una sola palabra a Herodes. Nada le responde. Algo impresionante. ¿Quién era Herodes? Era un hombre feroz, de malas mañas, un fenómeno de perversidad. Frente a este monstruo está Jesús. Herodes le hace preguntas; no unas cuantas, muchas. Pero él nada le respondió. Otra vez Jesús usa la llave del silencio frente a una autoridad política y terrenal. ¡Qué templanza, qué dominio propio, qué rienda excelente de la mansedumbre tiene Jesús de Nazaret! El es la Palabra hecha Hombre, el Verbo de Dios humanado que creó todo lo que existe, visible e invisible. Escalofriante, me parece que la Palabra calle. La Palabra misma enmudece, porque la Palabra de Dios habla también por el silencio. A algunos parecerá risible este pleito de las investiduras de Herodes a Pilato; las autoridades no hallan qué hacer con el hombre. Qué decidir respecto a este mudo voluntario, a este carpintero excéntrico, que no responde, que no dice nada, que no se inmuta. El artesano es una bomba de tiempo en manos de las autoridades de su época. Jesús es peligroso, no por lo que dice, sino por lo que calla. Imagino a estos hombres cavilando: Si pronunciara una sola palabra, si abriera la boca para balbucir siquiera una sílaba, comenzaríamos con El una discusión, le pondríamos una trampa dialéctica para cazarlo.

 

(Darío Silva-Silva. Extractado del libro Las Llaves del Poder, páginas 219-221)

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